Esta semana se jugaba con el Químic ER, un equipo con aspiraciones a estar en primera. Iba cuarto, venía de apalizar al Badalona y era su último partido de la clasificación y por lo tanto, su última oportunidad de asegurar la cuarta plaza. Enfrente un CRT con calidad para hacer cualquier cosa pero que hoy por hoy, le falta un ingrediente esencial para coger regularidad: creerse y ser un equipo.
El peor calentamiento de la temporada nos metió en el partido por la puerta de atrás, el Qímic cogió el mando y propuso un juego muy agresivo sobre el eje profundo y sorprendió al equipo. Resultado fué su primera marca. Lo que si tiene el Tarragona es carácter y no le gusta que lo avasallen y otro componente esencial, les gusta sufrir, no se encuentran incómodos sufriendo y están aprendiendo a tener paciencia. La siguiente jugada a la salida de la marca de ellos, fué una jugada de equipo que a pesar de ir a trancas y barrancas, pérdida de balón y vuelta a recuperar, consiguió sin proponérselo, pero es que ése es nuestro juego, abrir los espacios y a la tercera llegó la marca. Un 7-7 que tuvo la sensación para muchos jugadores de que el partido estaba encarrilado. Pero entonces comenzó el segundo partido de los tres que se vieron y en este se vió claramente que estàbamos perdiendo el partido por nuestros contínuos errores en la transmisión del balón y la precipitación. Y mientras nosotros entrábamos en un pájara de considerable tamaño el Químic seguía a lo suyo, eje profundo y ganando metros y confianza. Otra marca al final de la primera parte deja el marcador en un 7-14, fiel reflejo de un partido en el que favorito se lo había creído y el aspirante trabajaba duro para llevarse el partido. Cambios. Añadimos quilos y agresividad en la delantera y a jugar esperando frenar su juego y poder tener más balones para que nuestra linea pudiera hacer su juego.
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